Una celebración “a la grande”
Por Alexei Ruíz Díaz
Tañe y convoca “La serafina”…Su llamado, desde el campanario de la iglesia parroquial, no sorprende a los sagüeros que en el umbral del presente año ya esperaban la singular celebración: este templo, que como signo de su ascendencia arquitectónica decidió sentarse en el medio de la que sería una próspera Villa, desgrana desde el 2010 y hacia atrás, siglo y medio de existencia…
Mira la historia y le satisface el influjo de sus hijos que lograron arrancarle la promesa a Su Ilustrísima Don Francisco Fleix y Solans, Obispo de la Diócesis, en su visita pastoral a la zona, la construcción de un nuevo templo debido a que la ermita de madera, existente en 1850, no era “segura para tan creciente feligresía”…
Desde la colocación de la primera piedra en 1856, la colaboración monetaria de los mas acaudalados lugareños para la construcción, las donaciones de estimable valor que hoy constituyen su tesoro artístico, hasta el hecho concreto de la primera Misa presidida por Fleix y Solans y presbíteros acompañantes, se ha visto el apego de los sagüeros a esta magnífica edificación, imponente, esbelta, sobresaliente en sus trazos neoclásicos, y que hoy también acoge jubilosa a una multitud que es iglesia repartida en un mismo credo.
Repica la campana, y los más informados saben que junto al cumpleaños 150 de la Iglesia de la Purísima Concepción de Sagua la Grande, otro acontecimiento se suma a tamaño jubileo: acompañado de nuestro obispo Monseñor Arturo González, el Nuncio Apostólico Monseñor Ángelo Becciu, al frente de la diplomacia del Vaticano en Cuba, tuvo la bondad de compartir con los sagüeros la permanencia física y espiritual de lo que constituye para los católicos la casa de Dios.
El aplauso de la comunidad agradecida les dio la bienvenida a los prelados, y ellos, luego de visitar a Cristo Sacramentado en la intimidad del Sagrario, presidieron el momento cultural que no podía faltar en una ciudad de honda raigambre artística. Maykel García Iglesias guió las empastadas voces del coro Audinos a través de un bien escogido repertorio de música sacra.
Digamos que fue una antesala que acrecentó la sensibilidad de los corazones de todos los presentes, elevados y unidos en el Señor, cuando comenzó la Santa Misa. La procesión hasta el Altar Mayor que le rinde tributo a nuestra madre María, acaso en una advocación llena de santidad como la Inmaculada Concepción y que en su efigie simbólica guarda una de las valiosas piezas del templo, se realizó a “dos mitras”, pero también tuvimos el gozo de ver avanzar a los sacerdotes Pablo Álvarez, Elvis Ley y Pablo Buttigig, todos con una huella pastoral en esta parroquia y sin dudas la visible manera de la gracia de Dios al proveernos ininterrumpidamente de la guía de un pastor.
La eucaristía, en su amorosa manera de hacer presente a Cristo Jesús como cabeza de su iglesia y dándose a sí mismo, no dejó de agradecer incesantemente la bondad divina de contar con este templo, no sólo por su magnífica compostura a pesar de muchos desaliños por el tiempo, sino también un edificio sólido en su esencia de fe, de la que podían dar testimonio tantas generaciones reunidas con disímiles vivencias alrededor de esa perenne convocatoria desde el campanario.
La homilía fue el espacio para escuchar en voz de Monseñor Becciu las impresiones de su visita a Sagua la Grande, casi en el estreno de su misión en Cuba, y que para los sagüeros es la segunda ocasión en que recibimos a un alto dignatario de la Nunciatura Apostólica. El tema de cómo avanza el pueblo de Dios creciendo en su fe y mucho más reunido en un templo que cobija su respuesta a ese llamado interior, resumió las palabras del representante de Su Santidad en nuestro país.
En la procesión de ofrendas la comunidad presentó simbólicamente ante la mesa del Señor una maqueta del templo, que en nombre de la Santísima Trinidad bendijeron nuestro Padre Obispo y el Nuncio, además del bello detalle de encomendar el trasiego del pan y el vino a las manos jóvenes del seminarista Delvys Mederos y de Sor Ana Beatriz Espinosa de la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, ambos sagüeros que son semillas de vocación.
Al finalizar la celebración eucarística, llegó el momento para agradecer a muchos sagüeros de nacimiento y otros de afecto; entre estos últimos estaban las representaciones de las religiosas que ayudaron y ayudan con su entrega y amor en las labores parroquiales, además de hacer presente en obras sus respectivos carismas. Ahí estaban las Hermanas de los Ancianos Desamparados, las Hermanas del Apostolado del Corazón de Jesús, las Hijas de la Caridad , las Hermanas de María Inmaculada, las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada. Ellas y los sacerdotes presentes recibieron, a manera de souvenir, discos con una multimedia que resume la trayectoria de la Iglesia Católica en Sagua la Grande bajo un título bien elocuente: “¡150 Años de bendiciones!”…Y así, con esta fiesta, estuvo galante el Señor con Sagua, que permitió redondear la alegría con esta celebración “ a la grande”…
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